El 29 de septiembre se celebra el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, con el objetivo de concienciar sobre la importancia del problema y sus posibles soluciones a todos los niveles, y promover los esfuerzos mundiales y la acción colectiva para alcanzar la meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La primera edición de este Día Internacional tuvo lugar en 2020 y estuvo marcada por el llamamiento de la FAO a la acción dirigido a las autoridades públicas, el sector privado (agricultores, empresas, organizaciones de consumidores y otras organizaciones no gubernamentales) y los particulares de todo el mundo para que promovieran, utilizasen y ampliaran la innovación tecnológica con el fin de abordar el problema de la pérdida y el desperdicio de alimentos. No obstante, nosotros somos también partidarios de apoyar la innovación social, ya que hay multiples ejemplos de los que podemos aprender. Pero antes de pasar a ello, ¿de qué hablamos cuándo decimos desperdicio alimentario y cuál es el problema que supone?
La pérdida y el desperdicio de alimentos hacen referencia a los alimentos destinados al consumo humano que acaban perdiéndose o desperdiciándose a lo largo de la cadena de suministro alimentario. En concreto, la pérdida de alimentos se produce durante la producción de alimentos, por ejemplo, durante la cosecha y la fabricación, mientras que el desperdicio de alimentos se produce en el comercio minorista y en el nivel de consumo. Es importante hacer esta distinción, ya que ayuda a comprender la raíz del problema, que todos debemos ayudar a resolver.
¿En qué parte de la cadena de suministro se producen la pérdida y el desperdicio de alimentos? La pérdida y el desperdicio de alimentos son el resultado de una combinación de causas directas e indirectas en las diferentes etapas de la cadena de suministro alimentario.
En la granja: las pérdidas en la granja pueden producirse antes, durante o después de la cosecha. Entre las causas se incluyen una época de cosecha inadecuada, condiciones climáticas adversas inesperadas, prácticas de cosecha y manipulación, infestación por plagas o enfermedades, infraestructuras y problemas de comercialización (es decir, el coste de llegar al mercado es demasiado alto en relación con el precio de mercado). En el caso del pescado, la carne y los productos animales, las principales causas de pérdida son las prácticas inadecuadas de recolección, sacrificio, manipulación o almacenamiento.
Almacenamiento: se producen pérdidas significativas por un almacenamiento inadecuado (por ejemplo, mala gestión de la temperatura y la humedad, desinfección insuficiente, almacenamiento prolongado por falta de transporte); mala gestión logística (mala manipulación de productos delicados); así como decisiones tomadas en fases anteriores de la cadena de suministro que hacen que los productos tengan una vida útil más corta.
Distribución: pérdidas debidas a la falta de un transporte adecuado (por ejemplo, camiones refrigerados), fallos técnicos o errores humanos. El transporte introduce una brecha temporal entre las distintas etapas de la cadena de suministro de alimentos, desde la producción hasta el consumo. Esta brecha temporal aumenta el riesgo de que los alimentos se dañen o se pierdan por exceso de calor, frío, humedad o daños en tránsito, o por contaminación.
Procesado y envasado: aquí las pérdidas suelen ser consecuencia de errores humanos, mala gestión o fallos técnicos que provocan el rechazo del producto final por incumplimiento de las normas impuestas por los compradores. Los alimentos procesados también pueden perderse o desperdiciarse debido a una mala previsión de los pedidos y a procesos ineficaces en la fábrica.
En la tienda: las causas del desperdicio de alimentos en el comercio minorista están relacionadas con la vida útil limitada de los alimentos perecederos; la retirada de productos de aspecto "imperfecto"; el exceso de existencias; la variabilidad de la demanda; la exposición y el envasado inadecuados de los productos; los alimentos que no se venden antes de las fechas de "consumo preferente" y "caducidad".
En el punto de consumo: se desperdician cantidades significativas de alimentos en establecimientos de hostelería y restauración, como comedores escolares y de personal, hospitales, restaurantes, pubs, hoteles y centros de ocio. Entre las causas se encuentran el almacenamiento inadecuado de los alimentos, la mala gestión de las existencias, la planificación de los menús o la previsión de la demanda, el control inexacto de las raciones y el comportamiento de los consumidores y el personal, que puede provocar el deterioro de los alimentos, el desperdicio durante su preparación, el exceso de comida sin servir y las sobras en los platos de los clientes.
En el hogar: el despilfarro suele deberse a una mala planificación de las compras y las comidas; a compras excesivas (influidas por porciones y tamaños de envases demasiado grandes); a compras impulsivas (promociones o descuentos por volumen, como tres por dos); a la confusión con las etiquetas ("consumir preferentemente antes de" y "consumir antes de"); y a una mala gestión del almacenamiento o las existencias en el hogar: preparar demasiada comida y no saber cómo utilizar las sobras.
A medida que se alargan las cadenas alimentarias, los alimentos pasan por muchas más manos antes de llegar a nosotros, con el consiguiente aumento de posibilidades de perderse o desperdiciarse.
Y es que la pérdida y el desperdicio de alimentos supone un problema ambiental, económico y ético.
Utilizar recursos naturales finitos como la tierra y el agua para producir alimentos que luego no se consumen no tiene sentido. En la actualidad, los alimentos que se cosechan y acaban perdiéndose o desperdiciándose ocupan casi un tercio (28%) de la superficie agrícola total del mundo. Esto representa una superficie mayor que la de Canadá y la India juntas. Asimismo, consumen aproximadamente una cuarta parte del agua que utiliza la agricultura cada año. Los alimentos no consumidos son también uno de los diversos factores que contribuyen a la pérdida de biodiversidad por el cambio de hábitats, la sobreexplotación, la contaminación y el cambio climático. Cada año se deforestan 9,7 millones de hectáreas para cultivar alimentos, lo que representa el 74% de la deforestación anual total.
Si pensamos en que la propia producción de alimentos causa el 25% de las emisiones globales que contribuyen al cambio climático, unido al hecho de que necesitamos alimentar a 2.000 millones de personas más para 2050, desperdiciar comida parece simplemente eso, un desperdicio.
Si la pérdida y el desperdicio de alimentos fueran un país, sería el tercer emisor del planeta, después de EE.UU. y China.
Además, el desperdicio de alimentos tiene efectos drásticos en el medio ambiente, sobre todo en relación con las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Cuando se tiran, los restos de comida son descompuestos por bacterias que producen metano, un gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento 21 veces superior al del dióxido de carbono.
Desperdiciar alimentos también cuesta mucho dinero a la economía. La pérdida y el desperdicio de alimentos suponen unas pérdidas económicas de unos 870.000 millones de euros al año en todo el mundo. Según las estimaciones de un informe del proyecto FUSIONS de 2016, el coste del desperdicio de alimentos en la UE en 2012 fue de 143.000 millones de euros. Dos asombrosos tercios de ese total están asociados al desperdicio de alimentos de los hogares (98.000 millones de euros).
Para evitarlo, debemos animarnos a reciclar y reutilizar los restos de comida siempre que sea posible. Ver este artículo para más consejos sobre como prevenir y reducir el desperdicio en nuestros hogares.
El informe de la FAO de 2019 estimó que, a nivel mundial, alrededor del 14% de los alimentos del mundo se pierden de la producción antes incluso de llegar al comercio minorista. Afortunadamente, estamos viendo que los productores de alimentos también están viendo el valor de los residuos alimentarios. Hay entidades, como Espigoladors que a través de su empresa im-perfect® están reforzando el compromiso con la justicia social y el modelo circular de los alimentos, actuando sobre tres ejes a través de un modelo innovador y empoderador: luchando por el aprovechamiento alimentario, para garantizar el derecho a una alimentación saludable para toda la población, y para crear oportunidades laborales para colectivos en situación de riesgo de exclusión social. Así, ya han transformado 62000 kilos de alimentos, han evitado 52514 kg de emisiones de CO2 y ahorrado 39804 litros de agua.
Existen otros ejemplos a nivel municipal, en los que ayuntamientos (Barcelona, Valladolid, Valencia…) y entidades sociales (Enraíza Derechos, por ejemplo) están apoyando un cambio en el sistema alimentario que ayude a combatir la pobreza alimentaria, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, proteger el medio ambiente y ahorrar mucho dinero.
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